Racontos de desconcierto

En medio de una onirica realidad, fruto de los regalos olimpicos que me significaban sus ambrosios besos, aparecía una figura pesumbrosa de felicidad y arrepentida de su alegria, como si supiese lo que ocurria en el mundo de los hombres; lentamente mi sueño, se convirtio en existencia, y los latidos de mi corazon lentamente se aceleraban, y es que no podia comprender, el desconcierto que me causaba esa imagen , era un raconto pesumbroso, que amenazaba mis sin sentido sentimientos, solo los miraba, mi conciencia se mezclaba con el inconciente, en busca de un pensamiento apropiado ante tal vision descontextualizada de ese vivir... yo seguia mirando y mi corteza cerebral, olvidaba la felicidad, que era motivo de mi hace un rato, sino que solo estimulaba, un rencorozo sentimiento de pasado... no... no... aún todo era sueño, todavía no despertaba de esa maraña de occidentalidad...

nietzche golpeaba suavemente mi nuca, y yo abría los ojos, despertaba de aquella moralidad valorizada,que no ha hecho más que segar a los hombres y de haceme creer en la amistad y el amor.

Caminaba sonriente junto a su cariño , la parte fundamental de esa existencia era su propia existencia, como caín sus pasos se me adelantaban, y yo los seguía, como dependía tanto no los perdía de vista, su alegría era la mía. jamás me sentía Abel, ese maldito Dios jamás me ha vendecido ni con carisma, menos exitos, pero era feliz, con mi fracaso y su compañia, hata que el vio, se dio cuenta de quien era, y para que habia nacido... entonces el inconciete fijo sus pasiones en mis deseos y los acabo... el asesinato dejo al pobre abel, llorando su pasado de hombre y ambisioso de llegar a ser un monolista autista super-hombre... he de dar el siguiente paso, he de llegar hasta donde el aleman no pudo, por que no se enfoco en la pobreza y la necesidad sino que en la perfeccion.

Te creo vida, te creo amor, vive en forma paralela, y no interfieras en mi dimencion, solo quedata en tu mundo de felicidad y deja mi invalides tranquila...

Entonces, empece con ella, y me revelo lo que este autoctono hombre hizo por traicionarme, entre oscuras propuestas y esocondidas invitaciones, sus mentiras las conquistaron y la olvidaron, hoy ese recuerdo me hace odiarlo...

Las confeciones no son dignas de ensuciar este espacio solo las vivencias de los hombres son capaces de ensuciar la vida.

Lo de arriba es un desesperado grito de auxilio, pero al mismo tiempo un allendista discurso de reproche ante los hombres